Nuestra Crítica
Esta es la segunda entrega de la trilogía ?La edad de oro? del autor norteamericano John C. Wright, una obra que recoge toda la tradición del género para ir un paso más allá, dotándola de un aire de modernidad. Si la primera entrega exigía un ejercicio de inmersión por parte del lector, sin ninguna concesión hacia este por parte del autor, lo que hacia que uno quedase plenamente satisfecho de la misma, en esta ocasión, Wright abandona muchos de los ropajes estéticos que estorbaban en la primera parte para zambullirse de lleno en la aventura del protagonista que si bien es un carácter con el que es difícil simpatizar, la habilidad de Wright hace que nos olvidemos de ese detalle, para jugar con el lector al que lleva por donde quiere mientras este queda con la boca abierta ante una maravilla tras otra.
Estamos ante una novela que derrocha imaginación y buen hacer narrativo, y que esta llamada, si la trilogía se cierra en esta línea ascendente, a constituir una referencia de la ciencia ficción actual.
El recorrido de Faetón, exiliado, y con la prohibición de recibir cualquier tipo de ayuda, a una Tierra lejos de las comodidades que la realidad virtual y un uso intensivo de la nanotecnología proporciona, y, presuntamente, perseguido por agentes de una civilización alienígena, mientras intenta recuperar el control de la nave que consturyó para viajar a las estrellas, la Fénix exultante, y que está en el origen de todos sus problemas, se convierte así e una recapitulación de muchos de los tópicos del género, pero narrados con tal brillantez que parecen frescos y nuevos.
Lo peor de la novela es la presencia de diálogos platónicos entre el protagonista, un tipo creído y pomposo, que esta encantado de haberse conocido y los distintos personajes con los que se va encontrando a lo largo de su peripecia, diálogos en los que Faetón expone su visión del mundo, que pos supuesto siempre es la correcta. Estos personajes, que sin duda alguna son lo mejor de la novela, pues donde Faetón es la encarnación física de un ideal, el resto son personas de carne y hueso, con sus limitaciones, sus ideales, y como no, sus debilidades. Personajes como los floteros exiliados como Faetón que sobreviven a duras penas en una costa que es uno de los mejores escenarios que he leído últimamente, o Atkins, ese último guerrero, representante de una mentalidad militar ya caduca, y que constituye el reverso tenebroso del mundo idílico al que aspira Faetón. Resalta en especial el personaje de Daphne Tercia, copia de la mujer de Faetón, que desafiando a las prohibiciones acude en ayuda de este y que protagoniza algunos de los mejores momentos de la novela.
Estamos ante una novela que podría compararse con la serie de la Cultura de Iain Banks y que se sitúa muy cercana a ella en cuanto a la diversión que proporciona, aunque se queda un punto por debajo de esta. De todas formas, si tenemos en cuenta que estamos ante la primera obra del autor, no nos queda mas que pensar que estamos ante un autor al que conviene seguir muy de cerca.
Javier Romero
|